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miércoles, 29 de agosto de 2018

DESPEDIDA DE CORAL GONZÁLEZ COMO DIRECTORA DEL CEIP NICOLÁS DEL VALLE



Coral Mª González Romero. Directora en el CEIP Nicolás del Valle cursos 2015-2018.
Al llegar a un centro educativo por primera vez, el corazón de una maestra se dispara y abre las puertas a un torbellino de emociones, pasiones e incertidumbres que marcan el inicio de una nueva etapa profesional que ya no tiene vuelta atrás.

            Precisamente esto fue lo que me ocurrió cuando en septiembre de 2014 el destino me llevó al CEIP Nicolás del Valle de Villaralto, un centro escolar distinto a todo aquello que había conocido hasta el momento, pero muy cercano a la experiencia que deseaba vivir. Tenía la oportunidad en mis manos de aunar lo que el entorno me brindaba a través de nuevas formas de actuar, de relacionarme  y de entender la vida al tiempo que se iba abriendo una rendija para también poder aportar aquello que ya traían mis manos gracias a mi recorrido anterior en otros centros escolares.

            Recuerdo perfectamente que el primer año fue maravilloso ya que a través del alumnado que tuve en mi aula, Nadia, Carlos, Claudia, Mario, Eduardo, David, Abraham, Fabiola, Fátima, Carla y Raúl tuve el placer de conocer el lado más humano, amable, amoroso, luchador y generoso de Villaralto. Sin ni siquiera saberlo, ellos se convirtieron para mí en un fuerte vínculo de conexión con sus familias y, por ende, de la manera de sentir y de ser de este pueblo. Por suerte, mi papel como tutora se vio reforzado por aquel grupo de madres y padres. ¡Qué beneficiosa fue aquella cercanía y confianza que nos unió!
Siempre he sido partidaria de aunar las fuerzas entre familia y colegio para construir esa escuela con la que todas las personas que amamos la educación soñamos. Para ello es fundamental que, por un lado, los docentes tengamos  principios profesionales y vocacionales al tiempo que amemos y entendamos la infancia, además de las circunstancias del entorno familiar que tanto marcan y determinan. Por otro lado, es necesario que las familias comprendan la necesidad de otorgar  la autoridad y el reconocimiento moral al profesorado para que podamos guiar el camino académico y personal de un alumnado que ha de confiar en nosotros y nosotras. Solo así podrá crearse una alianza que estreche el vínculo emocional entre familias, docentes, niños y niñas.

            Y bien, Villaralto no dejó de darme sorpresas, precisamente ésta no entraba en mis planes y cuando D. Nemesio Rubio, el director en aquel  momento me ofreció la oportunidad de tomar las riendas de la dirección, por un lado lo sentí como un reto profesional y los retos siempre son un aliciente pero, por otro, tenía que dar continuidad a esa lucha que él había realizado a lo largo de los años por una escuela que yo ya quería y por la que debía estar a la altura.

            Después de darle muchas vueltas a la idea, decidí asumir esa responsabilidad  que en cierta forma ya sentía mía, aun sabiendo que ni una carrera universitaria, ni montones de cursos de formación, ni todas las fases de las oposiciones o los años de experiencia previa, me habían formado para esta función. Eso sí, aseguro que me sentía preparada y con fuerzas para aprender e integrar todo lo que fuese necesario para dar lo mejor de mí a este colegio que ya empezaba a sentir como parte fundamental de mi vida.

            Este reto suponía una responsabilidad arriesgada al tiempo que hermosa y me adentré en ella con todas las ganas e ilusión posibles. Quise enfocarla como una gran oportunidad que me brindaba la vida para luchar con más radio de acción por la educación en la que creo. Una educación que conjuga cultura, competencias y capacidades, sin olvidar el corazón y la aspiración fundamental del niño a ser feliz. Aquella que se produce en un ambiente donde el alumnado se siente seguro y en confianza para ser autónomo y desarrollar todas sus potencialidades.

            Según el profesor Francisco Mora “solo se puede aprender aquello que se ama” y además el alumnado aprende de lo que le causa interés y motivación, por lo que éste ha sido uno de los principios que han guiado mi labor al frente del colegio. Además, es vital que en ese aprendizaje esté presente la alegría. No podemos permitir que el bombardeo de malas noticias que recibimos constantemente nos reste optimismo necesario para vivir nuestro día a día. Por eso, en nuestro colegio siempre ha habido un lugar para el juego, para la convivencia, para los abrazos, para el baile y para dar color a nuestro entorno. Os aseguro que confío en esta ideología porque es lo que me gustaría que mi propio hijo, que aún se engendra en mi vientre, pudiera vivir en su colegio.

            De esta forma, estaremos cuidando de la infancia de Villaralto, unos de los mayores tesoros de la localidad. Eso sí, a lo largo de estos cuatro años he descubierto que hay muchos otros, tal vez con la misma importancia, como por ejemplo, la Residencia de Mayores “Isidoro Fernández”.
            Gracias al desarrollo de pequeños proyectos compartidos con esta residencia, he podido admirar la fortaleza de cuidadores y cuidadoras que ponen todo su empeño para alegrar el día a día de las personas mayores. Muchos son los recuerdos como la ternura con que un abuelo cuidaba de su mujer con la que tal vez lleve viviendo más de medio siglo, las palabras de un anciano que habla del amor que siempre sintió hacia su esposa y la pena que le invade porque ya no está junto a él… ¡Qué grandes consejos recibió nuestro alumnado de la sabiduría de estas personas!, ¡y qué hermoso regalo para mí haber vivido de cerca las emociones de personas tan valiosas!
            Experiencia tras experiencia, el CEIP “Nicolás del Valle” ha ido dejando en mí huellas imborrables que perdurarán para siempre. Ahora siento que comienza una nueva etapa, que es momento de dejar las puertas abiertas a nuevos proyectos e iniciativas que surgirán de la mano de mi compañero Ángel Carmona, que como nuevo director estoy segura velará porque el colegio siga evolucionando y actualizándose cada día.

            Por mi parte, solo puedo tener palabras de gratitud hacia todas las personas con las que he tenido la oportunidad de compartir esta etapa. Gracias a mis compañeros y compañeras y al personal del centro por haberme hecho sentir acompañada llenándolo todo de humanidad. Agradecer al personal de las actividades extraescolares por su gran labor, a las familias por apoyar nuestro trabajo desde casa y, en numerosas ocasiones, desde el colegio; a Santi, por su alegría y gran predisposición para dejar el colegio perfecto para el día siguiente, al ayuntamiento y todo su personal, por escucharnos cada vez que hemos tenido una necesidad procurando solventarla, a la AMPA por confiar en todo momento en nuestros proyectos y estar disponible.

            Y para terminar,  mi cariño y mi respeto a todos y cada uno de mis niños y niñas, desde Educación Infantil hasta quienes ya están en el instituto, por haber sido mi motivo principal para ir feliz y con ilusión cada día al trabajo. La vida me trajo a vivir una experiencia inigualable a vuestro lado en este rincón del mundo que siempre tendrá un hueco en mi corazón ¡Os quiero mucho!

Coral María González Romero